por: Vanvanesa cubana
El 12 de febrero 2016 se celebró en La Habana la histórica reunión entre los líderes de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa Rusa, tras casi mil años de distanciamiento.
“Hoy es un día de gracia. Es un regalo de Dios este encuentro con el Patriarca Kirill. Recen por nosotros”, dijo entonces el Papa Francisco. La reunión privada duro unas dos horas y concluyo con la firma de una declaración conjunta.
Ambas partes consideraron a Cuba el lugar idóneo para materializar el histórico encuentro, durante mucho tiempo postergado, pero imprescindible para avanzar en el diálogo ecuménico. Fue un paso de gigantes en ese esperanzador camino.
El evento fue cuidadosa y discretamente preparado, y su anuncio a pocas horas de su realización asombró positivamente al mundo. El sincronismo de la visita oficial de Kirill a Cuba y del viaje apostólico de Francisco a México, mostró después la habilidad de las diplomacias involucradas para trabajar discretamente cuidando que un evento tan trascendental no fuera perturbado antes de su propia realización.
Luego se sabría que los protagonistas preferían un lugar neutral fuera de Europa. “América Latina parece un terreno mucho más neutral, pero de un peso del cristianismo muy importante… Francisco es un Papa Latinoamericano y se sabe también que desde el lado Ruso había un deseo bien formulado de que (el encuentro) no se produjera ni en Roma ni en Moscú o en territorios muy vinculados a ambos patriarcados”, dijo Dabezies, presidente de la Comisión de Diálogo Interreligioso del Arzobispado de Montevideo.
Presumo que la seriedad, discreción y vocación del Gobierno de Cuba por el diálogo y el entendimiento internacional, cerró el círculo sobre la idoneidad de la sede. El religioso enfatizó el rol del presidente de Cuba, Raúl Castro, quien ha tenido desde el principio una buena relación con Francisco, y también mantiene un vínculo cordial con el Patriarca Kiril, que ya ha visitado la isla caribeña en tres ocasiones.
Antes de comenzar las conversaciones en el Salón de Protocolo de la Terminal 1, ambos se abrazaron afectuosamente. Cuando se acercaban uno al otro, Francisco exclamó en medio de los flashes: “¡Finalmente!”.
Una vez concluido el encuentro privado, la máxima autoridad ortodoxa Rusa manifestó que “durante dos horas hemos sostenido una discusión abierta con pleno entendimiento de la responsabilidad de nuestras Iglesias y de nuestro pueblo creyente por el futuro del cristianismo y por el futuro de la civilización humana”. “Los resultados de la conversación me permiten asegurar que actualmente las dos Iglesias pueden cooperar conjuntamente defendiendo a los cristianos en todo el mundo”, ha añadido.
Por su parte, Papa Francisco expresó: “Santidad, eminencias, reverencias, hablamos como hermanos, tenemos el mismo bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras Iglesias y coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente, sin medias palabras”. “Yo les confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de Su Santidad, humildad fraterna y sus buenos deseos de unidad”, ha añadido.
“No quiero irme sin dar un sentido agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su presidente aquí presente. Agradezco su disponibilidad activa”, apunto el Pontífice.
El Pontífice finalizó su intervención improvisada reconociendo que “si sigue así, Cuba será la capital de la unidad”.
Se trata de uno de los más hermosos elogios recibidos por este país y, como ocurre siempre que son sinceros, altamente merecido por tratarse de una nación que ha priorizado la solidaridad, la concordia, el entendimiento y la paz a lo largo de su historia y de manera particular tras el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959.
Fue encuentro de suma importancia que trascendió el ámbito religioso, y que tuvo un escenario digno, bajo la mirada atenta de un pueblo que supo llevar a la práctica la máxima del Héroe Nacional, José Martí, quien sentencio que Patria, es humanidad.