Por: Magda Resik Aguirre
El triunfo de la Revolución abrió todas las puertas a varias generaciones de cubanos. “Seguir las palabras de Fidel, que eran compartidas por todo un pueblo, fue para mí más que una sensación y una vivencia, un magisterio.”
Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, tenía entonces mucha avidez de conocimiento y le había sido negada en la pobreza familiar la educación escolar anhelada.
Las oportunidades posteriores fueron de gran provecho para quien hoy tiene sus espacios ganados en disímiles academias y altas casas de estudio de Cuba y el mundo. Pero ante cada lauro, la reacción siempre es de gratitud a quien le permitió integrarse al proceso revolucionario desde su singularidad, su condición de cristiano, su devoción por una historia patria despojada de arquetipos y omisiones y su probada pasión por la defensa del patrimonio nacional.
Una noche intercambiaron pañuelos bordados con las iniciales, y Leal correspondió a la deferencia: “Le doy mi Lealtad a cambio de su Fidelidad”. Y la lealtad y la fidelidad coronaron una amistad incondicional: “cuando tuve algún problema personal, se apartaba rápidamente de lo que estaba haciendo, me escuchaba, y si estaba en sus manos, daba una solución.” Continue Reading